
Éranse todas ellas, reunidas una tarde de invierno, decididas a salir de una vez por todas, en el instante menos esperado, lanzadas al aire con fuerza, dañando o haciendo felices. No importaban las consecuencias. Debían salir. Debían escapar, como en un vómito doloroso, indeseable o dichoso. Salir de nuestros cuerpos y tomar cuerpo fuera, en el mundo. En aquella reunión, las frases de impotencia pedían salir las primeras. Querían hacerlo en forma de grito, en un momento de desfogue. Querían aliviarnos del peso de guardarlas. Querían comprobar la pobreza de un mundo cuyas estructuras sociales nos impiden dar rienda suelta a nuestras ideas más profundas. Querían escaparse en el trabajo, frente a las noticias, frente a las injusticias. Pero las frases de amor se imponían. Ellas querían ser también las primeras. Querían librarnos del dolor de mantenerlas dentro. Querían salir libremente para hacer felices a alguien y construir puentes de relación. Construir de la nada, el sentimiento más veraz, frente al que todos nos rendimos y les rendimos vasallaje. Las palabras de odio se amontonaban dando codazos a las de amor. Pedían ser las primeras en salir porque decían llevar dentro más fuerza y energía contenida que ningunas otras. Ansiaban insultar, menospreciar, infravalorar con todo su potencial destructivo para hacer más fuerte a aquel de nosotros que las soltara. Entonces la envidia habló. Las frases envidiosas, como es lógico, sentían envidia y querían salir para demostrar al mundo que todos ansiamos más y sentimos rabia de todo aquello que, a nuestro alrededor, se juzga como mejor. La paz habló entonces. Alzó la voz pidiendo salir la primera en una manifiestación antibélica. Querían escapar de nuestros cuerpos y proclamar a los cuatro vientos la solidaridad con los pueblos ocupados y las gentes asesinadas. Para ellas, no existía mejor motivo para ser las primeras... Las frases de amistad levantaron la mano indignadas. ¿Qué mejor que los comentarios de amistad, qué mejor que dar rienda suelta a la amistad en un mundo de enemistad? La lógica se hizo oír. Pidió salir la primera porque sin ella, el mundo era caótico. Un auténtico despropósito. La sinrazón comentó entonces que también sus frases eran necesarias. Que la locura en momentos de amor era imprescindible. ¿Sabéis entonces lo que pasó? La pasión se unió a ella y al amor. Las tres vencieron! Y nos hallaron, mientras hacíamos el amor con nuestras parejas, pronunciando maravillosas sentencias sin parar!! Frases sin razón, pasionales y amorosas, que nos hicieron... LIBRES.
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6 comentarios:
Si que estás inspirada hoy, no paras de poner cosas en el blog... No nos da tiempo casi a verlo todo.
todas esas ideas no dichas... todo lo que no existió: ¿a dónde irán a morar?
Y si no gana el amor , ni la pasión, ni la sinrazón?
¿Y si gana el odio, el rencor?
Creo que es mejor sacar primero lo malo, para disfrutar luego de lo bueno.
Pero yo no soy un buen ejemplo como para dar consejos :s
Muy bueno lo de hoy :)
Cielos creo que paso demasiado tiempo delante del ordenador, no soy capaz de enfocar esta imagen!
REAÑO: Tú has escuchado la canción esa de Víctor Manuel: "¿A dónde van los besos que no damos, que guardamos? ¿Dónde se va ese abrazo, si no llegas nunca a darlo? Todo el francés que supe y que sabré nunca fue culpa de ella, la llamaban BB y yo la vi en Babette se fue a la guerra."
no he escuchado esa canción, pero llenaré la copia y la escucharé con placer...
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