Me venden a esa chica, de andares refinados. La que va la moda, viste de marca y contonea sus curvas paseando por las calles de la gran ciudad. Falda corta y tacón fino, descalabrándose según como, con el mini bolso con cuentas de colores en la mano. Ayer fue a la peluquería y luce un peinado de lo más mono.
Lleva la cuenta de los kilos que pesa al dedillo y se sabe de memoria las calorías que debe o no debe consumir para mantenerse en forma y no subir ni un gramo. Se pasea con la botella de agua mineral en la mano, pero al mismo tiempo fuma Marlboro Light.
Me venden a la Sarah Jessica Parker, de “Sexo en Nueva York”. Una mujer aparentemente independiente, con un trabajo que no la desgasta demasiado pero le permite pasar la tarjeta por Channel, día sí, y día también. Digo que aparenta independencia porque, en realidad, sin pareja es poco menos que nadie. Les llora a sus amigas la soledad de su cama. Con un amor que es un cabrón y la trae por el camino de la amargura. Una flor, y luego un castigo.
Me la venden rodeada de amigas con las que cotillea y critica a los hombres, se burla y los despelleja, hasta que consigue follar con alguno decente, entonces ya no son tan malos.
La mujer de treinta y tantos cuya vulgaridad reside en lo superficial de sus charlas, con el COSMOPOLITAN y el VOGUE en la mano. Escuchando éxitos comerciales en el IPOD, la clubber de Nueva York a la que todos conocen porque está en las listas de todos los locales chic.
Pero resulta que luego llega a su mega apartamento y, tras la dosis de relaciones públicas, se siente muy triste porque, en realidad, nadie está por ella, a todo Dios se la suda lo que hace y con quién. Nadie la espera, nadie la echa de menos…
La chica judía de moda, con su imagen en los autobuses neoyorquinos, con una cifra suculenta en su nómina por “rajar” de los machitos en una columna, se siente triste. Ni la Visa la consuela.
Me venden lo superficial, el éxito profesional y el consumismo total, el gran restaurante, las salidas nocturnas, el polvo inesperado con tíos buenísimos y tontísimos, las amigas neuróticas que hablan mucho y escuchan poco…
Me venden un subproducto, “ponga una neuras” en su vida, perfumada con Channel… como modelo de felicidad a la americana. La judía mona que hace y deshace, que pasea su nariz gigante por la quinta y la sexta. Estilo anoréxicas fashion victims by Jordi Lavanda.
Pos va a ser que no. Va a ser que me quedo con la que sufre por llegar a fin de mes, sacia sus ansias consumistas en un ZARA cualquiera, y es feliz engullendo madalenas con Nocilla y viendo capítulos grabados de FUTURAMA. Uséase, aquí la menda, que ha engordado la hostia porque el amor sienta de la hostia. Encantada de conocerme.
Lleva la cuenta de los kilos que pesa al dedillo y se sabe de memoria las calorías que debe o no debe consumir para mantenerse en forma y no subir ni un gramo. Se pasea con la botella de agua mineral en la mano, pero al mismo tiempo fuma Marlboro Light.
Me venden a la Sarah Jessica Parker, de “Sexo en Nueva York”. Una mujer aparentemente independiente, con un trabajo que no la desgasta demasiado pero le permite pasar la tarjeta por Channel, día sí, y día también. Digo que aparenta independencia porque, en realidad, sin pareja es poco menos que nadie. Les llora a sus amigas la soledad de su cama. Con un amor que es un cabrón y la trae por el camino de la amargura. Una flor, y luego un castigo.
Me la venden rodeada de amigas con las que cotillea y critica a los hombres, se burla y los despelleja, hasta que consigue follar con alguno decente, entonces ya no son tan malos.
La mujer de treinta y tantos cuya vulgaridad reside en lo superficial de sus charlas, con el COSMOPOLITAN y el VOGUE en la mano. Escuchando éxitos comerciales en el IPOD, la clubber de Nueva York a la que todos conocen porque está en las listas de todos los locales chic.
Pero resulta que luego llega a su mega apartamento y, tras la dosis de relaciones públicas, se siente muy triste porque, en realidad, nadie está por ella, a todo Dios se la suda lo que hace y con quién. Nadie la espera, nadie la echa de menos…
La chica judía de moda, con su imagen en los autobuses neoyorquinos, con una cifra suculenta en su nómina por “rajar” de los machitos en una columna, se siente triste. Ni la Visa la consuela.
Me venden lo superficial, el éxito profesional y el consumismo total, el gran restaurante, las salidas nocturnas, el polvo inesperado con tíos buenísimos y tontísimos, las amigas neuróticas que hablan mucho y escuchan poco…
Me venden un subproducto, “ponga una neuras” en su vida, perfumada con Channel… como modelo de felicidad a la americana. La judía mona que hace y deshace, que pasea su nariz gigante por la quinta y la sexta. Estilo anoréxicas fashion victims by Jordi Lavanda.
Pos va a ser que no. Va a ser que me quedo con la que sufre por llegar a fin de mes, sacia sus ansias consumistas en un ZARA cualquiera, y es feliz engullendo madalenas con Nocilla y viendo capítulos grabados de FUTURAMA. Uséase, aquí la menda, que ha engordado la hostia porque el amor sienta de la hostia. Encantada de conocerme.
7 comentarios:
me has emocionado.Mañana copio tu final.
Por un momento pensé que lo de las magdalenas con Nocilla iba por mí... :-) ¿Me habré perdido algo por no leer el "Vogue" ni el "Cosmopolitan"? Y yo que en los aeropuertos, cuando voy a la librería del Duty Free, lo que se me ocurre comprarme no es el "Cosmopolitan", sino un tocho sobre la historia de Irlanda... London Stansted, Semana Santa de 2003, todo el mundo leyendo periódicos, revistas, best-sellers y yo, la historia de Irlanda, enfrascada sobre todo, en los capítulos sobre Irlanda del Norte. Es que no sé ni quién es Sarah Jessica Parker, fíjate lo que te digo... Ahora, si me preguntas por Mary McAleese (la Presidenta de Irlanda) te puedo contar unas cuantas cosas.
Me encanta el pan con Nocilla. Y las magdalenas con chocolate negro.
No compro demasiado en Zara porque se sale de mi presupuesto (una ruina).
En el amor voy fatal, pero eso me lo perdonas, ¿vale?
Cuando salgo acabo llendo a barecillos un poco cutres pero divertidos.
Y me encanta ver Futurama, los Simpson y mi dios, House.
¿Alguien da más?
Me ha encantado, Pame. Si es que el mundo está demasiado lleno de modelos superficiales, de consumismo teledirigido que no hace feliz a nadie. Y es que la verdadera independencia consiste en poder ponerse tus propios límites y aceptarte tal como eres. Celebro que estés enamorada, y por mi parte decirte que yo también lo estoy. Y mi Pili es la única chica que me ha dicho textualmente: "me aburre ir de compras". Si es que tengo una suerte que no la merezco.
Hasta pronto
Enrique: eso, eso, pregñuntale a Amelche. Nuestra terapia anti depre: madalenas con nocilla. No fallan!
Amelche: en el curro se rien de mí porque me estoy leyendo "Guerra y Paz", con eso te digo todo.
If:lo del amor, que te va fatal, no es sólo perdonable, es un lastre que al final cambia, cuando menos lo esperas. Porque todo lo maravilloso llega inesperadamente y sin avisar!
Karba: me tienes que poner al día sobre tu niña!!
PAM: Es que eres muy profunda para este mundo tan superficial. ;-) Yo, mejor no confieso que me estoy leyendo un tocho sobre la historia de la literatura inglesa, porque si no, ya me verán más rarita de lo que ya me ven...
futurama, que gran serie...
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