La República de mi casa

Ya sé. Es muy fácil, es el lema de IKEA. Pero es mi hogar, y se ajusta a él.

Pintando todo el fin de semana, me duele todo. Un blanco azulado lo llena todo. Yo me encargo de las puertas, los marcos. Javi las paredes. Motitas blancas cubren mis brazos.

Esta mañana, mi madre utilizaba la vaporeta para limpiar la cocina, que ya estaba lista y bien pintada. Resvalaba la grasa de la anterior inquilina, muy pija pero también muy marrana. Mi madre daba gritos: Uyyy!! Cómo se está quedando esto de limpio! Este aparato es una joya!!

Ponemos la radio para escuchar la final de básket (qué putada perderme el partido) y llega mi hermana vestida de adefesio para pintar. Y a la tía se le nota que lo de pintar se le da y lo ha hecho mil veces en sus casas! En un momento acabamos la puerta del despacho, que da al balcón (qué putada de puerta, de ésas antiguas, con cristales, altísima y con mil marcos, grrr). Y vamos charlando y marujeando para que pase el tiempo más ameno. Y goteamos y manchamos un poco el suelo, ufff.

Javi en el comedor, envuelto de blanco, sin camiseta, sudando a chorros. Mi madre en la cocina cantando. Y de fondo la SER y los logros del equipo rojo. Sin Gasol, ganamos igual. Somos unos cracks. Adiós, Grecia, adiós.

Luego volvemos a casa y comemos la paella de carne de mi madre, y nos echamos una siesta, muertecitos todos.

El piso empieza a convertirse en hogar. Cada gota de sudor es un pequeño gran paso en nuestras vidas.

La cantante ésa, Beth, de Operación Triunfo, vive en un loft en nuestro bloque. Su perro se acerca a mí y ella lo llama con mala leche: Lost, vine cap aqui!!

El barrio es tranquilo. A nuestras familias les ha gustado el nidito. Sin prisa pero sin pausa. Con ilusión se puede todo.