Catalunya

Aquí en Catalunya, resulta que no tenemos problemas, por eso nos los inventamos. Aquí, en la comunidad autónoma más fuerte y potente de España, los catalanes nos aburrimos porque todo es perfecto. Tenemos mucha pasta. De hecho, somos la comunidad más rica y la que más aporta al Estado, que nos chupa la sangre día sí y día también. Por eso, los jóvenes como yo, sin ir más lejos, tenemos no un piso, no, tenemos una casa y una segunda residencia. Con nuestros sueldazos, nos podemos permitir eso y mucho más. En realidad, las hipotecas son ínfimas, porque la Generalitat y el Gobierno apoyan económicamente a los jóvenes con ganas de emanciparse.
Nos reímos de la Generación de los Mileuristas. Aquí, con o sin carrera, no bajamos de los 2.000.
Nuestras calles son ejemplos flagrantes de seguridad ciudadana. El tráfico y la contaminación son espejismos inventados por los españoles, esa colla de gentuza que tanto nos envidia y que vive cerca de aquí.
Impuestos? Qué es eso? Aquí pagamos lo justo y necesario. Nadie abusa, porque el ciudadano catalán es solidario, tiene mucho “seny”, y sus orígenes humildes en pro de la libertad lo convierten en una persona sencilla y honesta. También económicamente.
Aquí, además, tenemos dos lenguas y nadie impone ninguna. Porque utilizamos el lenguaje universal de la sonrisa. Somos todos tan felices!
Aquí, en Catalunya, conformamos un pueblo que roza la excelencia. Nos quieren en todas partes. Somos la envidia de todos. Vivimos en un micromundo que no quiere extenderse ni proliferar más allá de nuestras fronteras. No queremos saber nada de globalizaciones ni polladas. Estamos tan a gustito y tan encantados de conocernos, que no necesitamos de España ni de nadie.
Por eso, aquí, en Catalunya, nos inventamos los problemas. Porque es que, en mitad de esta utopía convertida en realidad, nos aburrimos tanto! Necesitamos inventarnos la polémica de la lengua, de la selección catalana y de la bandera. Nos encantan los símbolos y eso nos motiva para polemizar. Todo lo demás funciona tan bien…
Pues ale, inventemos:
En Catalunya se oprime al que habla en castellano. De hecho, ahora mismo escribo esto y me siento como una fugitiva. Es un gran riesgo el que corro.
En Catalunya, a los que hablan castellano se les mira mal. Son como infraseres. Andaluces de ésos que vinieron aquí a explotar nuestra tierra, a traer su feria y sus costumbres arcaicas. Y encima, no aprenden catalán ni por asomo.
En Catalunya pensamos que todos los madrileños son fachas y votan al PP. No los queremos ni en pintura.
En Catalunya no aceptamos la bandera española y no hondea en ningún lugar (bueno, excepto en los hoteles, el Ayuntamiento…) En Catalunya nos encanta quemarlas.
En Catalunya nos execran los charnegos (de hecho, yo me doy asco a mí misma, por tener sangre andaluza, pero no se lo digáis a nadie).
En Catalunya el que lleva la camiseta de la selección española por la calle es un puto facha de mierda.
En Catalunya, nos aseguramos de que el moro que vende en el badulaque aprenda catalán por nuestros cojones. Y si no, a cascarla a su casa! Y en el Raval nadie lleva pañuelos ni babuchas, porque está prohibido. Sólo se permite la barretina!
En Catalunya, sólo se ve TV3, la autonómica. Las demás, están censuradas porque sólo son panfletos españolistas.
En Catalunya, si un profesor de la Facultad habla en castellano, los alumnos le escupen y le obligan a abandonar el aula, por eso, no tenemos profesores “extranjeros” del resto de España.
En Catalunya, todos somos del Barça (jajajajajajjaja, no, no, porfavor) y los del Espanyol…adivina: son fachas también!
En realidad, todo lo que no nos gusta es ese nacionalismo tan diferente al nuestro y que tanto asco nos da, el español. Sólo nos gusta el catalán. Porque somos catalanes.
Para ser un auténtico catalán, se ha de nacer aquí, bailar sardanas y comer pa amb tomàquet cada día.

Seguiremos inventando. Porque…como no hay faena…