No hay más que una...

Mi madre no me lee. Sólo lo hace cuando escribo algo y directamente se lo imprimo y se lo doy, o se lo leo yo. Mi madre sabe que escribo en un blog, y escribo relatos. Siempre me ha dicho que le gusta lo que hago y más de una vez se ha llevado mis escritos al trabajo para enseñárselos a sus compañeras.
Mi madre, a veces, presume de mí cuando cree que no la oigo. Habla por teléfono con sus amigas y les comenta que su hija ha hecho tal o cual… eso me pone un poco nerviosa, pero me hago la tonta.
Sin embargo, delante de mí, le gusta criticar mis cosas, llamarme desastre y poner en evidencia mis defectos. No lo hace a mala leche. Bueno, excepto cuando discutimos, entonces va directamente a la yugular. Por mi hermana, me entero del verdadero concepto que tiene de mí. Y salvando algunas cosas, me deja bien. Lo que pasa es que lo suyo no es regalarme los oídos. Creo que ése es un poco el mal de muchos padres. Siempre están a punto para la recriminación, pero son escasos los momentos en los que nos palmean la espalda. Es como en el curro. Cuando haces algo bien, es tu obligación y no tienen por qué agradecértelo. Eso sí, si lo haces mal…a por ti, sin miramientos. Yo no tengo la necesidad de que me ensalcen constantemente, ando muy mal yo de eso. Y los cumplidos me enervan la sangre. Hablo de un poco de equidad entre la recriminación y la felicitación.
Siempre digo con sorna, delante de mi madre y de mi hermana, que yo soy la oveja negra de la familia porque me drogo, bebo, he abortado dos veces y he estado en la cárcel, jajajjajajajaaja. Mi hermana se pone enferma cada vez que digo que ella es realmente la buena hija, el ojito derecho de mi madre. Lo hago para eso, para mosquearla. Sé que mi madre no tuvo nunca preferencias ni hizo jamás diferencias entre los tres hermanos que somos. Es más, creo que yo, por el hecho de ser la pequeña, he tenido muchos privilegios de los que ellos no han disfrutado. Mi madre me ha educado siendo ya mayor, curtida, sin ganas de azotes y con la mirada más abierta y permisiva. Mis hermanos la pillaron a una edad más joven, con más fuerza, menos paciencia y la mano más larga…jajajajajaja. A veces mi hermano cuenta las leches que se ha llevado… cuando le da por las anécdotas, y nos partimos. Como el día en que mi madre le perseguía con una zapatilla en la mano y como no le pudo pillar, se la tiró con fuerza y precisión y le dio en la cabeza. Luego tanto él como mi tata le recriminan lo comprensiva y paciente que es conmigo a diferencia de cómo era con ellos. Y ella se lo pasa por el forro y dice que los tiempos son otros y que por entonces era una bruta.
Me gustaría que alguna vez ellos estuvieran presentes en una de las peleas de mi madre y mía. No me toca, pero me suelta unas lindeces por la boca que no tienen precio. Y yo, bueno, tampoco me callo. Y aunque jamás en la vida le faltaría al respeto, tampoco me quedo corta en el cruce de acusaciones.
Parece mentira, pero hasta eso echaré de menos de mi casa.