Cayó en la “maraña mundial” con 36 años. La web la atrapó: su simultaneidad, su artificio, su trampa, su pretensión de realidad.
Pero ella poseía ya, innatos, los rasgos de la timidez en el cara a cara, su capacidad monstruosa para menospreciarse y sentirse ínfima. Infravalorarse era tan corriente como el respirar, incluso cuando el aire estaba viciado.
Confundió la dualidad entre lo verídico y lo cibernético. Inmiscuyó sus esperanzas y su soledad en conversaciones con nombres extraños, con seres nunca vistos, de otros lugares. Dejó de ser María para convertirse una tarde en “Julieta” (nunca fue original a la hora de elegir su “Nick”) y una noche tuvo miedo de apagar el ordenador pues de su interlocutor sólo tenía la certeza de una dirección de correo electrónico y temía no poder volver a “hablar” con “él”.
Julieta convirtió su pantalla en una ventana por la que asomarse sin miedo. Mientras tecleaba mudó los sonidos por letras. Y al conocer a “Alberto” recibió justamente los mensajes que deseaba leer. De los rasgos físicos ya se desprendía cierto interés. Pero sus aficiones y su dialéctica viva y demagoga la cubrió de esperanzas.
Pronto, Julieta abandonó el papel de la María sola, la María débil, de ojeras insolentes, la María del tartamudeo era imperceptible en la red, el temblor de sus manos sólo desparramaba alguna falta de ortografía (de educación modesta y estudios pobres) y nadie descubría su ligero tic en el ojo izquierdo.
Alguien parecía escucharla y pronto tuvo la sensación certera de la “relación – limosna”. El hipertexto, los enlaces… nada le interesó más que el Chat, un sistema para mantener pretenciosas conversaciones simultáneas con personajes del mundo, en tiempo real.
Empezó la relación ficticia más real de su vida.
Pero ella poseía ya, innatos, los rasgos de la timidez en el cara a cara, su capacidad monstruosa para menospreciarse y sentirse ínfima. Infravalorarse era tan corriente como el respirar, incluso cuando el aire estaba viciado.
Confundió la dualidad entre lo verídico y lo cibernético. Inmiscuyó sus esperanzas y su soledad en conversaciones con nombres extraños, con seres nunca vistos, de otros lugares. Dejó de ser María para convertirse una tarde en “Julieta” (nunca fue original a la hora de elegir su “Nick”) y una noche tuvo miedo de apagar el ordenador pues de su interlocutor sólo tenía la certeza de una dirección de correo electrónico y temía no poder volver a “hablar” con “él”.
Julieta convirtió su pantalla en una ventana por la que asomarse sin miedo. Mientras tecleaba mudó los sonidos por letras. Y al conocer a “Alberto” recibió justamente los mensajes que deseaba leer. De los rasgos físicos ya se desprendía cierto interés. Pero sus aficiones y su dialéctica viva y demagoga la cubrió de esperanzas.
Pronto, Julieta abandonó el papel de la María sola, la María débil, de ojeras insolentes, la María del tartamudeo era imperceptible en la red, el temblor de sus manos sólo desparramaba alguna falta de ortografía (de educación modesta y estudios pobres) y nadie descubría su ligero tic en el ojo izquierdo.
Alguien parecía escucharla y pronto tuvo la sensación certera de la “relación – limosna”. El hipertexto, los enlaces… nada le interesó más que el Chat, un sistema para mantener pretenciosas conversaciones simultáneas con personajes del mundo, en tiempo real.
Empezó la relación ficticia más real de su vida.
3 comentarios:
Ya lo he dicho, pero lo repito: Pam, tienes un capacidad tremenda para ir al grano, para decir las cosas de la manera más clara, más directa y seguramente, como quería Azorín, también la más hermosa. Un beso.
Ficción, pero podría pasar en la realidad, ¿no? Ejemplos de noviazgos en red que han acabado en boda:
http://heroedeleyenda1.wordpress.com/2007/05/10/mensajeria-instantanea/
http://lasaventurasdesilvia.blogspot.com/2007/04/aniversario.html
Gracias Enrique, viniendo de ti, es todo un honor...
AMELCHE: me voy a chafardear ahora mismo por esas zonas... jijiji
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