11 enero 2008

Esos barrios...

El otro día regresé al barrio donde trabajaba antes. Siempre que piso sus calles me pongo nerviosa, como indignada. No sé, será por comprobar que en ese barrio casi todos los niños son rubios y las familias se parecen mucho a las que se manifestaban el otro día en Madrid, con los curitas Drag Queens y toda esa secta.
En sus calles, hay bares y pubs habituados por niñatos rollo ESADE, de polo Ralph Lauren y Golf GTI. Ellas llevan pendientes de perlas, como las viejas, están bronceadas todo el año y siempre utilizan la bufanda Burberry. Son formales, o eso han aparentado siempre de cara a sus padres. Jóvenes, delgadas, preparadas para la puesta de largo…
Es otro mundo. Las calles están insultantemente limpias y los perros repelentes sacan a las señoras de la limpieza a pasear. Estas mujeres llaman de usted a la señora que les obliga a llevar cofia, como años a. De hecho, en ese puto barrio hay varias tiendas para vestir a tu sirvienta según la moda de ocasión, del palo “viste a tu Barbie”. Estas señoras necesitan centros de belleza en los que depositar sus esperanzas e ilusiones. Es mucho más sencillo hablar con la esteticien que con el marido, porque siempre llega tarde a casa. Pilates, pilates, pilates.
También hay muchos conserjes y porteras. Es impensable encontrar un edificio que no proporcione ese servicio. Allí están, recién llegados de los barrios periféricos, repitiendo cada puto día del año el buenos días al burgués.
Al burgués le gusta vivir en esa zona. Es más, si le hicieran cambiar se sentiría perdido. No sabe nada de lo que ocurre más allá de la Diagonal y el resto de barrios no están a su nivel.
En esta zona, se multiplican las tiendas inútiles: tienda de cajas “in” para regalos, tiendas con objetos de diseño que valen una fortuna, tiendas con panes de todos los colores y a precio de oro… no sé, gilipolladas en las que gastar el dinero cuando ya no saben en qué hacerlo… Las pijas deben de cagar de puta madre comiendo panes con fibra, especias y polladas así.
La gente viste tan bien en esas calles… de diario te las encuentras emperifolladas, oliendo a gloria, y con la cara pintada. Van de peluquería día sí y día también, así que no creo que se hayan lavado la cabeza en su casa en su puta vida.
Los niños uniformados se suben al ferrocarril con zapatos de hombre y las niñas sufren esas horrorosas faldas de pliegues hasta en invierno.
No me gustan estos barrios porque no son auténticos ni reales. Las familias no tienen problemas de verdad o quizá alguna vez sí y eso les iguala ni que sea un poquito al mortal que sufre para llegar a fin de mes.
No me gustan estos barrios porque huelen demasiado bien: a fiestas en discotecas chic, a cafés Starbucks que se multiplican como plagas, a perfume para chuchos, a panaderías de nivel, a colonias caras, a ropa de diseñador.
No me gustan estos barrios porque en ellos los parques están cuidados y no crece la maleza.
No me gustan estos barrios porque me traen a la memoria momentos de mi vida de los que, claramente, debería haber huido antes de lo que lo hice.

9 comentarios:

amelche dijo...

Aquí en Elche creo que todos estamos bastante mezclados. Tanto, que muchas veces los hijos de los dueños de las grandes empresas van al mismo colegio privado que los hijos del tendero de la esquina.

Anónimo dijo...

Pero bueno Pame!!! Con lo que te gustaba pasear conmigo de la mano por esos barrios del señor, codeándonos con esas gentes, chafardeando esas tiendas, tomándonos esos cafelitos en esos baretos tan chics.
Madre mía, qué decepción...
Yo, ahora, trabajo en esta zona.
Es más, he de apuntarme a un curso de buenas maneras para entrar en su tipo de vida tan fashion, tan cool.
Llegará un día que llegue a casa y no me reconozcas. Eso sí, te traeré una buena perla (así que no creo me mires con mala cara).
Besito, mua mua

JAVI

. dijo...

Eso si que es un barrio marginal.

xnem dijo...

oooommmmmmmmmmm!

Bueno yo también tengo malos recuerdos de esa zona, cuando iba al instituto un trabajito me hacía pasar por allí mensualmente y meterme en todas esas enormes y horrorosas porterías, -mientras el señor portero quería que lo hiciera por la de servicio-.

Años mas tarde –ya recuperado de ese shock- se me ocurrió que estaría muy bien pedir una beca para pasar TODAS las tardes en una de esas terrazas, como medida de jubilación anticipada, ligar con una de esas rubitas y casarme, seguramente no sería del agrado de sus padres y sería difícil, pero de las dificultades se aprende, una vez casado intentaría cada tarde buscar alguna excusa plausible para dilatar la llegada a casa mientras ella andaba de pilates, stemps, o lo que tocara en el momento. Por suerte comprendí que ese no era mi mundo y a partir de entonces me limito a pasar velozmente y el mínimo tiempo posible por esos “andurriales”.

Reaño dijo...

Gran post, muy cañero... y grande el comentario de Xnem!

Pam dijo...

Ana, qué suerte esa mezcla. Los guetos no me gustaron nunca...
Javi, codeándonos... más bien diría mirándolos de reojo... jajajaja
S, marginal total... o quizá la marginal soy yo...
XNEM, suerte que recobraste el sentido común, no va nada contigo.
Reaño, amigo, gracias, a veces va bien sacar un poco la mala leche.

Pam dijo...

XNEM, esas porterias son más grandes que mi pisito! y la decoración es de lo más... hortera?

xnem dijo...

realmente hortera, no se quien les contó que el dorado es lo mas.

amelche dijo...

O sea, ¿qué me dices, Xnem? ¿El dorado no es lo más? Te lo juro por Snoopy que no lo sabía. ¡Ja,ja,ja!