El pasado domingo disfruté de una hora y media dentro de una burbuja de ilusión. Pero como las pompas de jabón, su duración ha sido demasiado corta.
Como ya sabéis, trabajo en Sant Cugat y estos días, junto a la Cruz Roja y el Parque, está instalado el Circo Raluy.
Decidí darle una sorpresa a Javi y comprar entradas sin que él lo supiera. Le llevé en moto y hasta que llegamos, él no tenía ni idea de cual era la sorpresa.
Una vez allí, fue toda una experiencia.
Para empezar, este circo cuenta con una exposición de carromatos preciosos, restaurados y arreglados, de los años treinta (má
Los dos estábamos allí, haciendo cola, como dos niños chicos, con muchas ganas de entrar.
Una vez dentro, pues eso, la burbuja. Una pista rodeada de sillas enfundadas, de luces de colores y con un techo de pinturas fantásticas. Un trapecio y un conjunto de personajes variopintos, que han llenado el lugar no sólo físicamente. Se aprecia una atmósfera familiar, de cercanía.
Números de magia clásica, de malabarismos, de baile, de trapecistas, de humor, acrobacias… Una función de una hora y media, más o menos, que ha dado para mucho.
En su transcurso, hemos reído, nos hemos sorprendido y al final, casi he sentido ganas de llorar. La melancolía del payaso Lluiset, mitad alegre mitad triste, entonando una canción con un pequeño acordeón. Cuando el show ha
Nos transportaron dentro de esa burbuja a un mundo de ilusión del que los adultos solemos vivir demasiado ajenos en nuestra cotidianidad. Fue como hacer desaparecer por unos minutos todas las obligaciones, todos los quehaceres, todos los sinsabores y las crudas realidades del mundo.
Mientras veía a los artistas y luego miraba las caras de los niños, he pensado en cuan privilegiados deben sentirse al saber que el fruto de su trabajo es mayor al que cualquier trabajador al uso obtiene a diario en despachos u oficinas. Su recompensa es una sonrisa de niño y eso, a día de hoy, en un mundo tan repleto de crueldades, dolores e injusticias, es el mejor regalo que ninguna persona podría soñar obtener al acabar la jornada.
Disfrutar de momentos así es, en definitiva, lo que cuenta en el transcurso de una vida. Es la pequeña cosa importante, la minúscula partícula de felicidad que da sentido a todo este tinglado que es vivir.
Un agradecimiento sincero a la familia Raluy por darnos la oportunidad de disfrutar de instantes así y ofrecernos como una pequeña esperanza de que el mundo podría ser otro, puesto que, dentro de su pista circense, lo es.
Es importante mantener viva la llama mágica del CIRCO. Es, más que nunca, NECESARIA.
Se agradece comprobar que lo auténtico aún existe.
Se agradece comprobar que lo auténtico aún existe.
6 comentarios:
Dar sorpresas así al amor de tu vida es lo que mantiene viva una relación. A cuidaros, pareja. Y a ir más al circo, si podéis.
La verdad es que fue una sorpresa fantástica, de las que no olvidaré... GRAN NOCHE DE CIRCO :) !!!!
NO esperaba menos de Pam, jeje, estuve prácticamente toda la semana dándole vueltas al coco, nervioso, pensando con qué podría sorprenderme...Entre ellas: montar en globo, una tarde de masajes o balneario, y otras :)
Amelche:
Por mi, volvería a ir al Circo este fin de semana.
JAVI
JAVI: Eso, dale ideas, la próxima vez, viaje en globo. ¡Ja,ja! Y no digas las posibles sorpresas, que si no, no la vas a poder sorprender tú a ella. ¡Shhhhhhhh! :-D
Permiso concedido por supuesto, siempre es un placer saber donde anda el Senyor Lluis y familia. Bonita sorpresa. Ya sabes que todos las Navidades recalan en en Barcelona en el Moll de la Fusta o si no voltan pel mon; Tortosa, Granada, Sant Cugat, frente a la casa de la madre de Enrique Bumbury en Zaragoza, -ahí se conocieron- ya sabes que hay portada de disco con ellos y videoclip. Para hacer el video clip se tuvo que desplazar el maño a la lejana isla de Reunión, donde cada año recala la troupe.
Por cierto ¿aún llevan ese fantástico número de los motoristas en la jaula?
Y si alguien sabe de algún carromato olvidado, ellos lo compran y lo restauran.
ANA, sí, es verdad. Es como ponerle la guinda al pastel de vez en cuando..
X, el número de las motos lo he visto en youtube, pero no lo han hecho en Sant Cugat. Salí extasiada... y Lluiset me partió en dos con la cara triste.
debo de tener algún tipo de trauma infantil porque odio el circo y no me gustan lo payasos, y menos el tristón. aunque recuerdo haber ido de pequeño no pienso volver, aunque me gustaría disfrutar tanto de él.
un saludo!
Publicar un comentario