
Para empezar, tuvimos un altercado con los que pegan que catalán, los mossos, porque nos pillaron bebiendo con una mísera botella de Ballantines. Mi amigo Ors se puso tonto y contestó al gafas de los mossos, que estaba aburrido. Justamente mi amigo, en ese momento, bebía una Coca Cola sin ni una pizca de alcohol y vaciló al tío con que probara un trago y lo comprobara, que él no estaba haciendo nada. Luego el tío le pidió el dni y yo ya vi que se liaba. Al final, recogimos el mediocre pseudo botellón y nos entramos en la guardería.
Una guardería, porque nosotros rebentábamos la media de edad. El dj residente era de fusilamiento. Pero los niños andaban locos y nosotros nos acodamos a la barra esperando con ansias de que apareciera el Guetta y nada más.
Garrulos y pijos mezclados en Vilassar de Dalt. Saltaban como locos con canciones insulsas, comerciales a más no poder, del estilo politono y nosotros nos negábamos a pensar en que, a los veinte, también habíamos sido así.
Pero reconozco que me tuve que reír. Primero porque un camarero que estaba buenísimo me invitó a un chupito y luego porque nos pegamos la previa riéndonos del gentío adolescente.
El Guetta salvó la noche a las 3.30, cuando ya empezaban a dolerme los riñones: Around the World de Daft Punk, la nueva versión de I need a Miracle, una versión tremenda de Infinity de Guru Josh, algunas suyas y unas remezclas impresionantes. Algunas electrónicas que dejaban a los niños apalancaos, acostumbrados a bailar cantaditas de sala B.
Lo que más me sorprendió fue ver cómo se construye una canción en directo. Porque, básicamente, el Guetta no pinchaba, colocaba bases, luego letras de otra canción, luego bajos… y montaba canciones que no existen. Y sin despeinarse. Alucinante.
Bueno, también hemos de reconocer que tuvo más de una “cabalcada”. Perdonable. Estuvo de muy buen humor, animando mucho, sonriendo (no me extraña, debía estar echando cuentas de la pasta que se iba a llevar).
Otra cosa llamó mucho mi atención. Reconocí, justo detrás de la cabina, a David Oleart, el dj residente que tantas buenas tardes y noches nos hizo pasar en Area Concor, en Sant Quirze. Un gordo, con pelo largo, hinchado, el vaso de cubata como una extensión de su mano, gritos y saltos… pasao de vueltas. Y ya va teniendo una edad… Ahora se ve que es residente del She. Qué pena daba.
En fin, una noche con risas, en compañía de los amigos y poco más. Sólo destacar que llegué a casa a las 6,30 destrozada. Las rodillas jodidas y un dolor de riñones brutal, como el que coge uno en los conciertos, de estar de pie y quieta. Pocas canciones me hicieron bailar, pero esos instantes me recordaron aquellos fines de semana, en el Dsigual, el Area o el Chasis, cuando llegaba a casa tan fresca, al salir el sol. ¿Será la edad?
Fragma - I need a miracle
2 comentarios:
Es que, estamos ya mayores para eso. Mosotras, como Cenicienta: como mucho, a las 12 en casa. ¡Ja,ja! Además, ya viste que la peña era mucho más joven.
ya te digo, qué mal!
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