
Cuando el gris de las aceras es muy gris y húmedo. Cuando a las seis de la tarde ya ha caído la noche... El invierno eterno. Siempre invierno. Con su frío de escalofrío. Un café caliente, quizá. En cualquier bar. Una conversación con amigos después de trabajar, para arreglar un mundo sin arreglo, pero con mucho empeño... Cada hora, inexorablemente nos envía hacia los brazos de Morfeo, tras la jornada. Y lucho por agrandar el día más allá de mis energías. Por tener la conciencia, la ilusión de que he hecho algo más que trabajar... Te he visto. Sentados en el sofá de tu casa, hablando de nuestras cosas, las más importantes del mundo, ¿verdad? Cada instante, después de cumplir con las obligaciones que nos atan a la sociedad y nos convierten en uno más de sus miembros... (con lo positivo y lo negativo que eso conlleva), pienso en invertir mi TIEMPO en algo que me haga crecer, que me salve de la espiral del "debo". TIEMPO. Se me va de las manos sin la certeza de haberlo aprovechado al máximo. Miro el reloj. Pero estás TÚ. Cuando estoy contigo, las agujas corren...tic tac tac...tan rápido...da vértigo, ¿sabes? un vértigo placentero. La sensación de que las sensaciones son...jajajaá, sensacionales! Estoy viviendo cada vez que me llamas, como ahora, que he parado para escucharte, que mi niño me daba las buenas noches y me hacía sentir una reina. Todas las mujeres deberían sentirse así, como reinas, almenos una vez en sus vidas. "Te quiero cuando me llevas en la moto" - decías ayer. "Te quiero cuando miras los escaparates" - decías ayer. Yo te quiero cuando te quiero, que es siempre y por siempre. Luego llego a casa, a mi refugio de canciones, escrituras y lecturas, películas y sueños en mi cama. Me siento frente a este ordenador y repaso mi mundo, mientras me fumo un pitillo y te pienso, en tu ausencia que me ensancha el pecho de ansias por vencerla. Y si me llamas se me pone cara de imbécil. La mejor cara de imbécil de todas las imbéciles del mundo. Una mueca que quiero esbozar siempre. Y que me veas siempre así de imbécil, de sonrisa estúpidamente maravillosa, porque sin meter me ha tocado el gordo. El pobre que de un "chas" se vuelve rico y lucha para asimilarlo. Ya se acaba, pronto, este invierno de frío. Ya se esfuma, pronto, este torbellino de abrigos y bufandas. Ya se acaba, tu manta personal y vendrá el sol a calentarme. Ya se pasa, el tiempo pasa, escapa. Pero tú te quedas. Qué fantasía casi divina, que tú te quedas y me abrazas. Qué fantasía milagrosa que de un "chas" se nos hizo realidad, y nos tienen que mirar de reojo y pellizcarnos porque ellos tampoco se creen que sea verdad!
Foto by PAM: el rincón desde donde escribo todo esto. El refugio de la imbécil. Jajajá... |
2 comentarios:
Caray, cuánto amor se destila de ese post: ¡salud por ello! A veces uno se olvida que ser feliz es una suerte de ejercicio: complicado y arduo.
"en tu ausencia que me ensancha el pecho de ansias por vencerla". Joder, cuánto amor, sí, sí. Hombre, quién pudiera decir lo mismo, jaja, pero últimamente...me parece a mí que es precisamente la pantalla del ordenador a quien más quiero, ajjaa Saludos
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