El cliente tal...

Estoy sentada frente al ordenador. Javi dice que estoy enganchada. Puede ser. Pero si pongo la tele, excepto el Dr. House (cuyo sarcasmo hoy no me apetece soportar), no hay nada potable. Y si me pongo a leer, duro lo que un telediario. Me duermo. Siempre me gusta leer antes de dormir, justo antes. Es como un modo de purificarme tras la contaminación del día: aguantar a gente inaguantable, el reloj lento en el trabajo, los semáforos rojos en los que se me va la vida (nunca os habéis parado a pensar en la cantidad de tiempo que desperdiciamos de ese modo?, bueno y de tantos otros, porque si pensamos en el que se nos va en el lavabo, ya es para llorar...). Y yo que tengo una neura con el paso del tiempo... Le contaba a Samcorco que a veces sueño que se me caen los dientes frente al espejo y mi profesor de filosofía de COU me contó una vez que eso simbolizaba el miedo al paso del tiempo. No sé si miedo, pero impaciencia, desde luego. Desearía tenerlo todo desde ayer. Javi me explicaba algunos ejercicios básicos de relajación. Y mira, lo reconozco, he tratado de mantenerme unos minutos en silencio, sentada en la silla, sin hacer nada más que relajarme, y me he sentido estúpida. Me siento así porque lo soy, si no soy capaz de descansar. Pero tengo una técnica: música flojita, incienso y mate, mi cama. Mientras suena Norah Jones o Sigur Rós, o algo así. Luz? la de la bombilla que me acompaña en la mesita, que se gasta día sí y día también, con mis lecturas en la noche, cuando puedo aguantar más de una hora de lectura sin que venga Morfeo el pesado y me lleve y adiós buenas noches, hasta mañana, tápate. Siempre me lío, o me quiero liar. Porque no sé de inactividad, excepto los domingos de vegetación total. Anoche se quedó Javi en casa. Parloteando, riendo, de cachondeo que es como mejor se vive la vida, nos daba pena apagar la luz y dormir. Dormir significa: el día se acabó. Mañana más de lo mismo, si no sabemos romper la monotonía. Y romperla significa en estos días, estar con él y conocerle más y más. Y convertir lo estúpido del mundo en algo que comentar entre risas cuando estamos solos. Hablar del mundo. Porque el mundo no habla de nosotros y a veces, afortunadamente, no conoce nuestro idioma. ¡Que se joda el mundo! Cien veces! Mil! Que le jodan a este mundo, pero que nos deje un ratito, entre problema y problema, para reírnos de él (hasta el amanecer nuevo). Que ya habrá tiempo mañana, siempre mañana, para calzarme los tacones y el disfraz, la sonrisa y el buen rollo de falso, a las nueve de la mañana, ante el cliente tal y su puta madre. Banda sonora del post: Sunrise - NORAH JONES