No sé por qué me ocurre. La inseguridad, la falta de confianza en mí misma. Nunca pude considerarme la mejor en nada. Tengo un sentido nulo de la competitividad. No me gusta competir. Voy caminando en contra del mundo, de ese sentido ridículo de enfrentamiento de todos contra todos. Se nos educa para destacar, para luchar porque nuestro nombre permanezca, se repita. Para ser reconocidos.
Nunca me importó si mi persona llamaba la atención o era mejor que otra en algo. Lo que hice, lo hice siempre por propia voluntad y sin esperar palmaditas en la espalda. Si lo pienso bien, creo que han sido muy pocas las ocasiones en que me han felicitado por algo. Sin embargo, cuando me he equivocado, he soportado mil reproches. Parece ser que el ser humano tiene la tendencia innata de jactarse con el pisotón y el avasallamiento.
Lo que siempre repito a los que me rodean, a los que me quieren (que normalmente, en la vida de cada uno y cada una suelen ser muy pocos en realidad) es que mi madre me enseñó siempre a ser agradecida, a no dar por hecho que los demás tienen la obligación de apoyarme o ayudarme. Respiro una gran falta de humildad y sencillez en las calles. Tropiezo con miradas muy altivas demasiado a menudo. Abrimos el grifo y damos por hecho que ha de caer agua, por cojones, que la nevera estará llena.
No pretendo caer en el drama. Pero esta vida preestablecida, en la que a nadie le afecta ver un gato atropellado o una paloma reventada, escuchar que ha muerto alguien aquí o allí se ha convertido en costumbre y lanzarse al cuello del débil, casi un deporte.
Sé que nos quieren programar para callar y asentir, que entre apretones de manos, trajes de marca y muecas sonrientes, pretenden hacer del mundo un late show en el que machacar al rival más débil.
Con todas mis neuras, mi inestabilidad, mi inseguridad, mi mierda mental, aún tengo claras algunas cosas, poquitas, pero muy claras. Conmigo que no cuenten.
A Nach siempre le gustó competir. Su padre le enseñó algo…
Nunca me importó si mi persona llamaba la atención o era mejor que otra en algo. Lo que hice, lo hice siempre por propia voluntad y sin esperar palmaditas en la espalda. Si lo pienso bien, creo que han sido muy pocas las ocasiones en que me han felicitado por algo. Sin embargo, cuando me he equivocado, he soportado mil reproches. Parece ser que el ser humano tiene la tendencia innata de jactarse con el pisotón y el avasallamiento.
Lo que siempre repito a los que me rodean, a los que me quieren (que normalmente, en la vida de cada uno y cada una suelen ser muy pocos en realidad) es que mi madre me enseñó siempre a ser agradecida, a no dar por hecho que los demás tienen la obligación de apoyarme o ayudarme. Respiro una gran falta de humildad y sencillez en las calles. Tropiezo con miradas muy altivas demasiado a menudo. Abrimos el grifo y damos por hecho que ha de caer agua, por cojones, que la nevera estará llena.
No pretendo caer en el drama. Pero esta vida preestablecida, en la que a nadie le afecta ver un gato atropellado o una paloma reventada, escuchar que ha muerto alguien aquí o allí se ha convertido en costumbre y lanzarse al cuello del débil, casi un deporte.
Sé que nos quieren programar para callar y asentir, que entre apretones de manos, trajes de marca y muecas sonrientes, pretenden hacer del mundo un late show en el que machacar al rival más débil.
Con todas mis neuras, mi inestabilidad, mi inseguridad, mi mierda mental, aún tengo claras algunas cosas, poquitas, pero muy claras. Conmigo que no cuenten.
A Nach siempre le gustó competir. Su padre le enseñó algo…
11 comentarios:
Pues estoy contigo, mi niña! me enseñaron el valor de la humildad, no esa judeo-cristiana que me pone de los nervios, no, más bien la de entender y ver que "todo el mundo caga" que decía mi madre, o la cagamos que me digo yo... nunca entenderé la arrogancia y el ponerse medallas!! claro que la actitud contraria te lleva a aguantar gilipolleces de personas que uno sabe que no deberían llamarse como tal pero... me quedo con ello!! basta con mirar ladeado y poner cara de mala cuando eso sucede... jeje
Besitosssssssss
Lo malo es que la competitividad empieza ya desde la más tierna infancia hoy en día. Que si los niños/as tienen que ir a inglés, natación, fútbol, ballet... y doscientas mil actividades más después del colegio. ¿Y cuándo hacen los deberes y se comen la merienda, como hacíamos nosotros? Así, no me extraña que lleguen a la adolescencia desquiciados...
JAVI: ayyyy!!! Mi niño me hace sorpresas!!!!
MARGA: Sí, ya tengo ese mohín de cara instalado en mi cerebro. Además, soy de esas personas cuya cara es el espejo del alma. No sé disimular. Besitos!!!
ANA:Sí, sí, deberían darles un respiro. Una de las cosas más simples (pero que me hacía muy feliz)que más recuerdo de aquella etapa de mi vida eran las tardes en casa de mi abuela viendo Barrio Sésamo con el bocata de Nocilla en la mano...ayssss.
Si es que los niños deberían ser niños, yo no empecé a estudiar inglés hasta los 11 años (y en la EGB de aquellos tiempos, nunca en academias) y aquí estoy. Quien quiera aprender inglés va a aprenderlo igual y, quien no quiera, ya lo puedes obligar, que no. Y lo mismo con todo lo demás.
Que no digo que esté mal que hagan una actividad, pero una. O dos, no todas las tardes corriendo de un sitio a otro estresados, que también hacen falta tardes para comerse el bocata de nocilla... El problema son los horarios de trabajo, que no dejan a los padres estar con sus hijos el tiempo que debieran.
(Que me enrollo y me sale la vena reivindicativa, mejor lo dejamos aquí, que si no, te hago un post en los comentarios, ja,ja.)
ANA:jajajajajajajaaaaa...estoy muy de acuerdo. Yo empecé inglés tb a esa edad...
CREO QUE NACIMOS Y FUIMOS ARROJADOS A LA SELVA DE CEMENTO PARA COMPETIR....
UNOS MAS PREPARADOS QUE OTROS ....
.....
YO DESDE PEQUEÑO COMPITO DEPORTIVAMENTE Y EN LA VIDA....
PERO EN LAS DOS COMPITO POR GUSTO NO SIEMPRE POR GANAR ...
RUN RUN .....
ABRAZO VIRTUAL
Totalmente de acuerdo contigo... ahora es competir por competir, por destrozar al rival... porque hemos perdido el sentido de la alteridad, de la solidaridad, de lo humano.
Esas poquitas cosas, que dices que sabes, estoy seguro, que alumbran el entorno y hacen del mundo un lugar más agradable.
Un abrazo!
Con un poquito, tan sólo un poquito de todo ese "sentir" que narras, tod@s seríamos un poco mejores, nos sería mas fácil vivir-convivir. Como en una ocasión ya te comenté... comencemos con lo que está mas cerca de nosotros. Con pequeñas metas, se avanza mas... y después, ¿pq no intentar abarcar mas?
Esto... no sé si enviarte bsss o Salu2, ... pues van a ser
bsss ;)
GUAUGUAU: así es, puestos aquí ara luchar entre nosotros por ver quién es el mejor...otra de las estupideces humanas. Salu2
REAÑO: un lugar mejor, la eterna lucha por conseguirlo, al menos, actuando localmente.
JAVIER: con un poquillo de cordura se harían milagros. Besos
Qué tal una magdalenita de María? esas las puedes pasar en el aeropuerto porque no huelen tanto... jeje. Ey, y a ti con Nocilla te gustan!! jajajaja
Venga va, no vale pisar raya o si se hace que toque sólo el talón...
MARGA:
Una madalenita!!! ummm!!
Saltando, saltando...upsss, la pisé. Sigo...
Qué torpe estoy.
Gracias, solete.
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