
Venimos del domingo, con un partido impresionante ante Osasuna que nos dejó con la boca abierta…zas, en toda la boca!, como diría el gran Peter Griffin de "Padre de Familia". Ganamos la liga así, de esa manera, en los últimos suspiros del partido, con el golazo de Higuaín. Tremendooo.
El miércoles estuve todo el día como una cría, con la ilusión del Madrid-Barça. No del pasillo de marras, sino del partido. De ganar. Aunque nunca hubiera imaginado que se ganara de esta manera. Fue penoso (para ellos). Probablemente lo más digno que hizo el Barça esa noche fue el pasillo. Paradojas.
Llegué a casa de mi hermano antes de hora para cenar tranquilamente (soy incapaz de comer mientras veo un derby) y a las 21:55 aparece mi hermano por la puerta, sudando, por no perderse el pasillo. Parecía un niño pequeño. A las ocho de la mañana me había llamado para asegurarse de que iba a ir a su casa.
Mi sobrino y yo estuvimos charlando un rato, antes del match. Hasta de Nietzsche! Madre mía, cómo ha crecido. Hubo un tiempo en que lo llevaba de la mano, y el miércoles discutíamos sobre el Súper Hombre, sobre “El Anticristo” y sobre Marx. Acojonante. No puedo explicar lo que significa para mí. Existe un vínculo muy fuerte entre mis sobrinos y yo. Al menos, así lo siento. El fútbol es una excusa como otra para estar con ellos y compartir algo. Es algo que nos une y que me hace feliz de verdad. Y no está el mundo como para ir por ahí desperdiciando instantes felices.
Mi tete se pegó todo el partido chotándose del Barça y haciendo el chorra para que nos riéramos. También vino mi sobrino Yeray.
Para empezar, mi hermano con sus ansias de escuchar la SER siempre, nos jodió el gol de Raúl gritándolo antes de que se produjera en la pantalla. ¡Joder!
Pero el festival duró más y más y aquello alcanzaba el patetismo y vislumbrábamos un 5-0. Empezaba a darme pena el careto de Rijkaard. “Sin piedad”, gritaba el hoolingan de mi hermano.
Laporta ya llevaba una semana mú malita:
En el intermedio aproveché para grabar a mis sobrinos peleándose de broma en el sofá, video friki con el que nos reímos mucho.
La segunda parte fue épica, si no fuera porque en realidad jugábamos contra una banda. Y el árbitro se cubrió de gloria. Madre de Dios, qué malo el Burrull. Lo más gracioso fue que algunos culés al día siguiente tenían la cara de achacarle el resultado. Para llorar.
Fue un lujo. No disfruta una de un partido así en mucho tiempo. Ver hundido al contrario es un placer malsano, lo sé. Pero es sólo deporte. No llegará la sangre al río.
Ha sido una semana de locura que acaba lluvioso. Al menos podré descansar y dormir bien, porque estos días el sueño ha brillado por su ausencia. Estoy realmente cansada. Los goles son agotadores! (y eso que no los he marcado yo).
5 comentarios:
Lo que hace el fútbol...
LOCURA si, mira como ha terminado el cielo tras los partidos, llorando sin parar!
Será que el cielo es del Barça, Xnem. :-D
Ana, muchos han dicho, sobretodo en la etapa del Dream Team y de la flor de Cruyff, que Dios era del Barça. ¿Ahora es del Madrid?
X, no creo que llueva por el Barça! Si acaco, por los catalanes, que andamos sequitos.
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