La Giralda de Sevilla. Altiva. Tan firme. Desafiante. ¿Simplemente el campanario de la Catedral?¿El alminar de la antigua mezquita?
Según la leyenda, los almohades le tenían tanto cariño que preferían derribarla antes de permitir que los cristianos se apoderaran de ella.
Siempre la he observado como un hombre observa a una mujer, dejándose seducir. Entonces descubro con una sonrisa que el monumento representa una mujer con túnica.
Este verano he tenido la ocasión de volver a verla y no pasa el tiempo por ella.
GIRALDA
Giralda en prisma puro de Sevilla,
Giralda en prisma puro de Sevilla,
nivelada del plomo y de la estrella,
molde en engaste azul, torre sin mella,
palma de arquitectura sin semilla.
Si su espejo la brisa enfrente brilla,
no te contemples —ay, Narcisa—, en ella,
que no se mude esa tu piel doncella,
toda naranja al sol que se te humilla.
Al contraluz de luna limonera,
tu arista es el bisel, hoja barbera
que su más bella vertical depura.
Resbala el tacto su caricia vana.
Yo mudéjar te quiero y no cristiana.
Volumen nada más: base y altura.
Gerardo Diego
Gerardo Diego
4 comentarios:
No conocía ese poema de Gerardo Diego, muy interesante. Hay tantos rincones bellos en España...
Sevilla, Ana, si no la conoces, es uno de ellos. Sus noches huelen a jazmín en el barrio de Santa Cruz.
Estuve en Sevilla hace unos años, pero sólo dos o tres días y el hotel estaba en las afueras (era un viaje organizado). Sin embargo, me gustaron más Granada y Córdoba que Sevilla.
Andá! me falta Sevilla!, no he estado aún, a ver si lo remediamos.
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