27 agosto 2008

Otro prisma_

Acaban las vacaciones y vuelve a hacerse patente la tendencia que tenemos a adelantar los acontecimientos, generalmente imaginándolos mucho peor de lo que luego son en realidad. Justo en este periodo del año es cuando muchos de nosotros sentimos en realidad el inicio de un nuevo año, no marcado por el calendario oficial, pero muy intensamente tatuado en nuestras mentes.
Ahora es el momento de volver a empezar, de reiniciar, retomar decisiones o tomarlas por vez primera, con arrojo. Es el momento de las promesas, las esperanzas y el inicio de una monotonía que esperamos poder abandonar pronto, reinvirtiendo el orden de las cosas, añadiendo una pizca de novedad entre semana, planeando nuevas tareas que nos aporten otro tipo de cosas, alicientes.
Ahora, no en enero, vuelven las ansias de dejar kilos, aprender algún baile, autoconvencernos de que el otoño y el invierno no se alojan siempre en el Lado Oscuro. Pueden aportar otro tipo de diversiones, y, en definitiva, no son más que un diferente prisma a través del cual ver las cosas.
La cruda realidad del proletario nos devuelve a la oficina y al aposentarnos frente al ordenador, tenemos la sensación de que nunca nos hemos ido. Los viajes quedan extremadamente lejos y después de comer, ya no sentimos aquella imperiosa necesidad de echar la siesta. En nuestro cerebro ya hemos cambiado el chip, un sistema de autodefensa cuando las cosas ya no son de color rosa. Sin embargo, seguimos mirando de reojo por la ventana, contemplando con dolor el azul del cielo, sufriendo las altas temperaturas encerrados en urnas de aire acondicionado, teléfonos silenciosos y decenas de mails en la bandeja de entrada.
Los huecos en las mesas evidencian que algunos compañeros aún no han vuelto, pero poco a poco, los urbanitas volvemos a empezar, un año más, la ardua tarea de llevar pan a nuestras bocas, prostituyéndonos, regalando horas de nuestras vidas al capital.
Para desesperados, el kit de la desesperanza.
Ces’t la vie.

2 comentarios:

amelche dijo...

Para mí, más que para otros, el año empieza ahora: nuevo curso y nuevo año vital, ya que cumplo los años el 1 de septiembre. No me apetece nada, la verdad, pero a ver qué nos trae el año nuevo.

Anónimo dijo...

Nos marcamos las idas y venidas, nos proponemos viajes que no queremos que terminen, queremos que lleguen días de fiesta y los esperamos con ansía de disfrutar, con la misma rapidez que llegan se van y rauda pasa la vida ante nuestros ojos, demasiado como para no saborear los segundos que permanecemos aquí, así que decido botar de mi boca el regusto del pasado bueno o malo para degustar el presente, a cada momento, incluso el otoño deja un buen sabor de boca si se lo sabes sacar.