23 septiembre 2008

Visc a Catalunya_

Barcelona es un circo cutre hortera merced a un alcalde incompetente que cree que puede engañarnos con su sonrisa de imbécil. Es como una gran casa de putas con una madame aparentemente inocente que te la mete cuando te das la vuelta.
El año con más crisis que se recuerda, Hereu decide invertir más dinero en las fiestas de la Mercè, hermanadas con el pueblo ecuatoriano, en un patético intento de amasar votos de este colectivo. Utiliza el Fórum de las Mentiras para ubicar los conciertos del BAM y se burla de los ciudadanos con ese cartel de infamia que dice: Visca Barcelona (juego de palabras entre Vivo en Barcelona y Viva Barcelona).
Lo cierto es que vivir en Barcelona, a día de hoy, no sólo no es motivo de satisfacción (como diría el rey) sino que se ha convertido en casi un tormento. Llegar a fin de mes es, más que nunca, una tarea de vértigo. Los precios están por las nubes en todos los sectores y se nos encaloman una serie de gastos abusivos por cualquier nimiedad.
A la desvergüenza de la zona verde, inventada por los catalanes (superando el precio de la zona azul), se añade la reducción de zonas de aparcamiento para motos gracias al intento “ecoguay” de implantar con dignidad el Bicing. Se trata de un servicio de cara a la grada, que no funciona. Las bicicletas son defectuosas, su dirección es menos precisa que la de una escopeta de feria y el sistema de aparcamiento en las paradas es fatal. La mayoría no va bien. Mientras las paradas del centro no dan abasto, las de los barrios se quedan vacías, de modo que es imposible bajar, por ejemplo, desde Horta a la Plaza Catalunya. (Ojo, no os perdáis la crítica de mi amigo bicicletero Javi, en la web de Ritmo Bisonte. Una de las bicis de Hereu ha viajado por Francia).

Algunas críticas al Bicing en Barcelona:
- Los problemas informáticos en las paradas son de lo más frecuente. A menudo no puedes coger bicis pero sí dejarlas.
- El mantenimiento de las bicis es penoso.
- Existen muchísimos más usuarios que bicicletas disponibles. Hay un colapso de tres pares.
- El teléfono de atención al cliente es de pago. Manda güe…
- El servicio no funciona las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
También hay que darle un tirón de orejas a ese colectivo, el de los biclicleteros, que es para echarle de comer a parte. Ya han estado a punto de atropellarme dos veces, pero ese es otro tema que merece atención y otro post aparte.
Hace un par de semanas, salí por el Raval y, en 45 minutos, presencié tres tirones de bolsos a tres guiris. Ni un poli por la zona. Sin embargo, hace un mes, salí de fiesta a Vilassar y dos mossos nos hicieron la vida imposible por tomarnos un cubata en la calle, a la una de la mañana, cerca de la discoteca.
Es indignante. La ciudadanía sólo interesa como ente pagador de multas y de impuestos y como votante en potencia. La Generalitat se dedica a invertir en chorradas que no le interesan a nadie, en su afán por colocar el idioma a la cabeza de los problemas de esta ciudad
y tratar de hacernos olvidar lo importante.
La ciudad apesta. Los callejones, por el pis y el incivismo de las bolsas de basura apiladas y las calles amplias por las cloacas.
El tema de la prostitución es para hacérselo mirar muy en serio. Basta con darse un “plácido” paseo por las Ramblas por la noche para confirmar lo que ya adelantaba la ONG “Ambit Dona”: con la llegada de inmigrantes, ha crecido exponencialmente. Y esto no ha hecho más que empezar. Se prevé que aún crezca más este “negocio” y ya se padecen “guerras de precios” entre prostitutas. Las inmigrantes cobran menos por sus servicios que las nacionales.
Drogas. Otro tema peliagudo. La presión policial en las zonas tradicionalmente más infestadas de camellos (La Mina, Sant Cosme en el Prat, la Zona Franca i Trinitat Vella) ha dado como resultado el traslado de vendedores y consumidores a otros barrios como el Raval, Porta o Prosperitat. Pasear por el Raval, por ejemplo, es otro modo de comprobar lo fácil que es conseguir un gramo de coca, puesto que el negocio se lleva a cabo con impunidad. La indignación de los vecinos crece. Pueden identificar fácilmente a los mismos camellos trapicheando día tras día acodados en sus esquinas.
El precio de vivir en Barcelona es demasiado caro. Y no es oro todo lo que reluce.




4 comentarios:

amelche dijo...

Pues ni te cuento cómo está el patio por aquí... Hospitales, colegios e institutos sin construir (bueno, en Valencia sí, pero en el resto, parece que no pagáramos impuestos, porque los servicios que nos dan son cero), eso sí, después hay millones para hacer una pijotería de circuito de F1 en Valencia para que lo disfruten los de siempre.

Pam dijo...

Esto es siempre igual en todas partes...

Anónimo dijo...

Joder como ha cambiado Barcelona... la recordaba más bella! Tendré que volver a darme una vuelta porque me parece una ciudad impresionante, la mejor de España y eso que vivo en Madrid que no está nada mal, pero el ensanche es cautivador.

Por lo menos allí hay bicis como en las demás ciudades europeas, aquí ni triciclos... y eso que me encantaría ir en bici a la facultad como en Holanda, Irlanda, Bélgica...

Entiendo que implantar la bicicleta es costoso pero poco a poco.

Besos y ánimo! :)
Luis Tolkien

aton dijo...

Espero que vivir en Barcelona también tenga sus cosas buenas...